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∞ p · a · i · s · a · j · e 

 

Justificación general


El Convenio Europeo de Paisaje (Consejo de Europa. Florencia, 2000) ratificado por España en 2007, define y designa nuestro objeto de interés y de estudio, el paisaje, como “cualquier parte del territorio, tal y como es percibida por las poblaciones, cuyo carácter resulta de la acción de  factores naturales y/o humanos y de sus interrelaciones”. El paisaje es la manifestación visible de quiénes somos, de las grandezas y las miserias, de los atentados irracionales o los respetos ecológicos. Es rasgo de identidad, puede ser motor económico y calidad de vida. El paisaje es vivo, cambiante, y, por ende, mejorable o empeorable. Sin su conocimiento no se puede valorar.
Entendiendo el paisaje como el propio territorio percibido, en el que se aúnan conocimientos y emociones, y que siendo más comprendido será más querido y protegido, podemos convenir que éste es –y así lo queremos hacer- un eje curricular excepcional por su carácter transversal, global y competencial.

 

El Concurso: su incidencia en el aula y en la sociedad


El Concurso es un medio, no un fin en si mismo. Si queremos vehicular el paisaje como un recurso didáctico de peso, es preciso -una vez capturado fotográficamente- llevarlo al  aula-laboratorio para analizarlo, repensarlo, compartirlo desde el conocimiento compartimentado de las áreas, de los departamentos, de las asignaturas, que competencialmente deben dejar de serlo.
Por ello, quizá sea precisa la Formación en Centros, la profundización específica en este tema que algunos hemos catalogado de “infinito y esencial”. La fase propiamente educativa, la investigativa, la que se centre desde los objetivos a las actividades, desde los contenidos a los criterios de evaluación en los más variopintos paisajes, es para lo que nos debe servir la salida observante al territorio, que en sí misma, ya está justificada.


 

 

La quinta edición (2012/2013) pretende convocar, por primera vez, a todos los Centros Educativos de Secundaria de la Comunidad Autónoma de Andalucía, con el objeto de fotografiar a lo largo de buena parte del curso escolar y a lo ancho de toda la región, espacios naturales o humanizados.
La adquisición de competencias básicas a través de  la percepción directa e indirecta del territorio puede ayudarnos a hacer de nuestros centros microcosmos más conectados con la realidad inmediata, compleja y cambiante, de la que proviene nuestro alumnado y en el que deberán desarrollar, presumiblemente, sus proyectos vitales. La dimensión espacial se consolidará, y buena falta que hace, pero también la lingüística, la lógico-matemática, la digital o la social.
Convenimos con la Sra. Delegada de Educación en Córdoba, en la carta con la que nos respaldó en la primera edición (2009), en que “el paisaje, como recurso educativo, ofrece una fuente de estímulos (…) inagotables que pueden ser interpretados y valorados mediante la aplicación de diversas técnicas didácticas. El paisaje permite integrar con comodidad algunos aspectos que tradicionalmente han quedado bastante desligados de la interpretación del entorno (la historia, la estética, la dinámica de los cambios, la economía, la plástica) junto con los protagonistas habituales (relacionados con las ciencias naturales y las ciencias sociales). El paisaje se convierte, de esta forma, en un lugar de encuentro de distintas disciplinas
.

Esperamos estar comenzando a contribuir a estas pretensiones tan anhelables, tan cívicas, tan humanas, y esperamos “animar –como afirmaba la Delegada- al alumnado (…) a que participen en este Concurso, ya que supone una importante herramienta para conectar al
alumnado con su entorno físico y natural, como recurso didáctico y patrimonio social. La participación en este tipo de actividades,
además de propiciar experiencias significativas para el alumnado, contribuirá a la adquisición de valores de responsabilidad y compromiso con el entorno”. 
La aventura por forjar una nueva mirada territorial es el reto, el compromiso, la razón de este proyecto en el que esperamos seguir trabajando. 
Por todo lo dicho, merece la pena luchar por los objetivos propuestos en este concurso, merece convertir al paisaje en una herramienta de todas
las materias, porque ahí -si queremos-, está todo. Meditar los objetivos despacito, cualquiera de ellos, y si encima se tiene una responsabilidad educativa, no sería mala cosa.

Debemos entroncar en la medida de lo posible a nuestras Comunidades Escolares y Educativas con sus espacios vividos, los escenarios de calidad de vida que todo el mundo merece. Un paisaje digno debe ser un derecho. Ojalá el paisaje sea la fuente de recursos que dignamente acoja en un futuro a nuestro alumnado que, dicho de otro modo, es la Andalucía del futuro.
 

Justificación de la presente edición


La educación en competencias nos conduce inexorablemente a buscar nuevas metodologías y estrategias más próximas a una enseñanza aplicada, flexible, interdepartamental, corresponsable, inclusiva, investigativa, proyectada al contexto, fuente de estudio al ser el escenario de vida del alumnado y de la sociedad de la que proviene éste. El paisaje, como señala Javier Maderuelo (2009), “no es el medio físico que nos rodea. El paisaje es un constructo mental que se ha elaborado lentamente en algunas culturas que hoy consideramos paisajeras en las que a través de diferentes manifestaciones, como la literatura, la pintura o la jardinería, se ha ido forjando una idea sobre los valores emotivos, estéticos y  perceptivos que ofrecen los territorios”.
El avance producido desde las perspectivas científicas, divulgativas, legislativas, educativas en los últimos tiempos en torno al concepto de paisaje, así como las buenas prácticas en torno a él (tal y como ha sido reconocido este mismo Concurso Fotográfico por el propio Ministerio de Medio Ambiente, Rural y Marino), nos animan a seguir trabajando por la sensibilización hacia las bellas panorámicas o por la recuperación de espacios anodinos o gravemente vulnerados. El Concurso, como dijimos en años precedentes, está dejando de ser un fin para convertirse por fortuna en el medio que nos permite trabajar en otros proyectos colaborativos y aledaños, en los que el paisaje entra con vigor para ser el recurso didáctico y el eje curricular que siempre debió ser. La Formación en Centros, las Rutas Literarias, el Proyecto de Convivencia de Alumnado Ayudante, el proyecto Comenius bilingüe u otros programas internos están trufándose de paisaje, de cultura territorial. Ojalá pronto la competencia paisajística nos permita trabajar en red, enredados, a muchos profesionales de la educación, lo cual será el verdadero cumplimiento social de los deseos que las reglamentaciones estipulan. La naturaleza así lo espera. 


 

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